Debo admitir que me encanta derribar muros. Creo que en las cocinas cerradas, uno se siente como si estuviera en un rincón, sin la posibilidad de interactuar con el resto mientras se cocina.
En esta cocina, hicimos un esfuerzo especial para optimizar al máximo el espacio disponible. A pesar de las limitaciones, teníamos muchas ideas y necesitábamos incorporar varias funcionalidades. Por ello, incorporamos cajones en la cabecera del mesón para no interferir con la operatividad de los electrodomésticos de cocina. El diseño ha sido una cuestión de precisión y ajustes milimétricos, pero el resultado ha sido perfecto.
Este proyecto es un ejemplo de cómo, con una planificación cuidadosa y un diseño innovador, podemos transformar incluso los espacios más limitados en cocinas funcionales y atractivas.