En esta acogedora cocina de solo 5,8 m2, ubicada en un clásico edificio de la Avenida San Martín de los años 40, hemos infundido luminosidad a través de tonos neutros y claros, que siempre son sinónimo de sobriedad y elegancia.
Los revestimientos cerámicos tipo brick aportan un toque clásico, mientras que la iluminación moderna y el equipamiento actualizado la catapultan al presente. La utilización de colores neutros y la pureza del blanco, por su parte, confieren a este espacio un diseño atemporal, justo como su propietario nos solicitó.
Este proyecto es un ejemplo de cómo podemos transformar un pequeño espacio en un ambiente luminoso y funcional, sin sacrificar su carácter clásico y su encanto atemporal.